miércoles, 9 de agosto de 2017

LA MANCHA DEL GRIEGO de Graciela Rost, Cap 2 Epi 4

Episodio 4

COMPROMISOS

  El año fue intenso. Xander había reiniciado los entrenamientos en la liga, más por no estar inactivo, que por deseos de competir nuevamente. Su capacidad y altura hicieron que nuevamente estuviera dentro del equipo titular, siendo Martín el capitán desde que él ya no jugaba.
  La universidad era prioritaria para él, necesitaba terminar la carrera para ejercer un profesorado que le diera ingresos propios permanentes. Xander desconocía las empresas que su padre había dejado, de las que él recibía los dividendos mensuales. Eso le daba inseguridad y el temor, de que algún día dejara de percibirlos. Él sentía que tenía una responsabilidad con Ada, que debía cuidar de ella. Esa sensación la tuvo desde el mismo día en que se suicidara su padre, quedando ella sin nada ni nadie.
  Un mes antes de finalizar el año, cuando él estudiaba para rendir finales y los torneos de básquet los habían llevado hasta la fase final a nivel nacional, llegó de la embajada griega una notificación para que se presentase en forma urgente.
  Xander le mostró a Ada la notificación y le pidió que lo acompañara.
  En la embajada fueron recibidos en forma inmediata. El recepcionista llamó al embajador que, al presentarse, saludó en griego a quien Xander respondió de igual manera.
 _ Se notaba que no ha perdido la habilidad para comunicarse en su lengua Sr. Sifakis. Le resultará muy útil porque deberá presentarse en su país por trámites relacionados a su herencia -le decía el diplomático-
_ Pero… yo ya cobro la herencia de mi padre -respondió Xander dubitativo, pensando que se trataba de un error-
_ Han llegado los papeles de su tío Teodoro Sifakis, hermano mayor de su padre, quien ha dejado como herederos a usted y a su prima Fedra Sifakis. Por lo que usted, deberá viajar a Grecia lo más pronto que le sea posible, para que, tanto usted como su prima, puedan disponer de la herencia -le explicó el embajador en persona-
_ Voy a necesitar que me den tiempo para cerrar unos compromisos que tengo pendientes y luego viajaría. Si se puede… -pidió Xander aún incrédulo-
  Xander firmó las notificaciones y avisos que le pusieron enfrente.  Dejó su pasaporte para que lo actualizaran y les pidió que organizaran su viaje.
_ ¿Te regresarás de Grecia? -preguntó Ada cagada de angustia-
 ­_ Iré por unos trámites y ni bien los termine, regresaré a casa -le aseguró Xander-
  Ella permanecía muy seria.
_ Ada, por favor, no te pongas así. No importa lo que pase, yo regresaré y siempre me ocuparé que estés bien. Mira ¿Qué te parece si antes de viajar, hacemos algo lindo juntos?
  Ada le devolvió una sonrisa.
  Xander pasó un mes estudiando. Logró rendir bien todos sus finales y él equipo de básquet volvió a salir campeón. Él se despidió diciendo que no sabía cuánto tiempo estaría en Grecia, por lo que era posible que no llegara para el inicio de la nueva temporada. Salió todo el equipo a festejar el triunfo y a hacerle una despedida a Xander.
  Una semana más tarde estaban listos los pasajes y todos los papeles para viajar. Invitó a Ada a cenar en un restaurante de buen nivel, quería que ella se sintiera agasajada. Le dijo que no estaría para su cumpleaños y ese sería su festejo adelantado. Ada no podía contener las lágrimas, tenía temor por la partida de Xander, algo en su interior, le decía que lo perdería para siempre.
  Esa noche hicieron el amor, con más amor que pasión. Los dos sabían qué les estaba pasando, pero ninguno se atrevió a hablar de ello. Tenían un trato y lo cumplían.
  Él no quiso que ella fuera a despedirlo, sólo lo acompañaron al aeropuerto Martín y Lucas. Ellos también estaban tristes, no lo podían disimular, pese a intentarlo con bromas.   Xander subió al avión y los saludó desde la escalinata.

Xander llegó al aeropuerto de Venizélos en Atenas. La familia Sifakis lo esperaba en pleno, tanto los de Atenas como los de Mykonos, su ciudad natal. Él no reconoció a nadie, pero ellos, tenían un cartel con su nombre. Cuando se acercó todos lo saludaron con cariño, como si nunca hubiera partido. Era reconfortante esa demostración familiar. Era tanta la cortesía, que más tarde, llegó a sentirse algo incómodo pese a saber que era normal en su cultura.
  Muchos de ellos lo acompañarían en el viaje en ferri hasta Mykonos, dónde sería leído el testamento del tío Teodoro. Una de las mujeres más jóvenes, se presentó ante él como Fedra, su prima y coheredera. Tendría, unos diez años más que él. Una muchachita, la tomaba del brazo todo el tiempo. Xander pensó que se trataría de su hija, aunque dudó.
  Una vez en la isla, lo acompañaron a su casa paterna, donde todo se había mantenido igual a como lo recordaba de niño. Unas personas cuidaron el lugar en su ausencia.
  Xander se sorprendió de tener una casa propia. La recorrió, mientras recordaba algunas escenas, como flashes, que le llegaban de su infancia. La habitación de los padres, que le habían preparado para su estancia, tenía un gran balcón casi colgando sobre el mar. Recordó a su padre, sosteniéndolo en brazos señalándole los barcos. Se hallaba profundamente emocionado.
  Le sirvieron una colación con quesos de cabra, aceitunas y tomates. El café, no era muy bueno, pero lo tomó igual con ganas. En la casa, solo quedaría la gente de servicio cuando la familia se haya retirado. Se enteró que, a esas personas, él les había pagado el sueldo todos esos años para cuidar y mantener la casa. Supo por el jardinero, que, en el puerto, cerca de donde paraba el ferri, él tenía un pequeño barco anclado, que estaba en muy buen estado.
_ ¿Quién se ocupa del barco?
_ Los empleados del lugar. Usted paga muy bien sus servicios -respondió el jardinero con una sonrisa-
  Sintió que en Grecia era un rey y en América un mendigo, aun así, todo lo que quería era regresar con Ada. Estaba preocupado por ella y pensó que debió haberla llevado consigo.
  Por la mañana, lo fueron a buscar para ir al notario que leería el testamento. Fedra y él eran los únicos beneficiados, pero la familia estaba presente igual. Siempre eran muy unidos, en todo. Se comportaban como en masa.

  El testamento mencionaba los bienes, empresas navieras, edificios completos en varias ciudades, islas de su propiedad. Era tal el caudal de bienes y dinero que se mencionaba, que Xander dejó de hacer cuentas, casi al comenzar.
  El testamento tenía una cláusula. Xander y Fedra debían casarse y procrear. El plazo era de un año para la confirmación de ambas cosas. Mientras, un albacea ya designado, administraría los bienes hasta que se cumpliera la cláusula. De no cumplirse, todo pasaría a la Iglesia Ortodoxa Griega.
  Fedra y Xander se miraron, ninguno tenía el mínimo interés en cumplir con esa cláusula.
_ ¡Debe haber una forma de impugnar esa cláusula! Mi tío sabía perfectamente que yo soy lesbiana.
_ No hay forma, señorita -respondió el procurador-
  Xander entendió el conflicto de la cláusula. Justamente, era porque ella era gay y la obligaba a tener descendencia familiar. Les aseguraron que el testamento era muy claro y que la Iglesia, esperaba con ansias que ellos se negaran a cumplir con su parte.
  La familia intervino completa, gritando y lamentándose. Les dijeron que ellos debían casarse, porque así lo quería el tío mayor y patriarca familiar. El heredero que naciera de ellos sería acreedor de la fortuna más grande de la familia. También los presionaban haciéndoles ver que era el tío Teodoro, quien había estado manteniendo a casi todos los miembros de la familia por medio de trabajos en sus empresas o asistencia a cada Sifakis.
  Xander y Fedra los escuchaban, la familia los ataba a ellos a la fortuna del tío Teodoro. _ Xander y yo nos apartaremos un momento para hablar a solas -dijo Fedra tomando a Xander de un brazo-
  Ambos se encerraron en una habitación contigua.
_ Soy una mujer de treinta y cinco años. Estoy en pareja con Mila desde hace cinco y, tener un hijo contigo, sería lo mismo que traicionar a mi mujer -Fedra, ponía sus límites sobre la mesa-
_ Yo no tengo ningún interés en casarme ni contigo, ni con nadie. Acabo de cumplir, veintiún años. Menos aún, pretendo tener un hijo a esta edad.
_ Habría una solución… si tú estás de acuerdo. Podríamos casarnos legalmente; tu, donas esperma para una inseminación artificial y mi pareja y yo nos ocuparíamos del niño cuando nazca. Creo que, esta sería la única manera. Pero si lo acordamos, debemos mantenerlo en el más absoluto secreto -le propuso Fedra que había calculado rápidamente la situación-
  Xander estaba realmente desorientado, confundido y desesperado. No había nadie en ese lugar que pudiera tener una mirada objetiva en lo que a él respectaba. Ni siquiera sabía, si le interesaba toda esa fortuna, de la cual, no tenía idea de cómo mantener o hacerse cargo de ella. En ese momento, más que nunca, quería estar en su casa con Ada.
_ Dime que te parece. No podemos dejar a toda la familia en la calle y regalar todo esto a la Iglesia -lo apuró Fedra-
_ Lo haremos como tú dices -aceptó Xander con pesada resignación-
Ella estrechó su mano, él la tomó y ella apretó con fuerza.
 _ Es un trato -dijo Fedra-
  Xander, volvió a sentirse en pleno juego de “la mancha”. Nuevamente su destino cambiaba al ser “tocado” por las decisiones de otros y trocaban el rumbo de su vida. No se atrevió a hablar con Ada en ese momento.
 
  Una semana más tarde se festejaba el matrimonio de Xander y Fedra. La familia estaba muy agradecida con ellos. La fiesta, duró todo un día y toda una noche. Se rompieron más platos, que lo habitual en estas fiestas.
  Ellos tuvieron su noche de bodas. Mila los esperó en el hotel, no quiso dejar sola a Fedra con Xander. La sorpresa fue mayor, cuando su prima y su pareja, tuvieron sexo en la habitación y lo hicieron partícipe. Fedra no tenía relaciones con hombres, pero Mila sí. Ambas se sentían agradecidas porque él les permitiría tener una familia completa.
  Xander vivía todo lo que le pasaba, desde su llegada, como si anduviera en una montaña rusa. Quiérase o no tuvo noche de bodas, algo extraña, pero noche de bodas al fin.
  Al despertar tenía dos mujeres desnudas a su lado y un dolor de cabeza terrible. Intentó incorporarse, pero el dolor lo paralizaba.  Xander despertó a Fedra.
_ Por favor, ayúdame con este dolor de cabeza.
  Su prima se levantó y llamó al servicio de cuartos. Se sentó tras él y masajeó sus sienes. Mila se despertó.
_ Mi primo, tiene una fuerte resaca -le comentó Fedra-
  Mila recibió lo que trajeron para desayunar y puso café en una taza, con aspirinas para Xander. Lo ayudó a incorporar la cabeza, mientras le daba en la boca las pastillas con agua y luego el café. Fedra siguió dándole masajes relajantes. Una vez terminado el café, Mila bajó a hacerle un fellatio a Xander, sin que Fedra se inmutara o moviera del lugar. Él le pidió que se detuviera, porque aún le dolía la cabeza.
_ Dale el gusto a Mila, que le apetece y es buena contigo -pidió Fedra-
  Xander no dijo más nada y se quedó quieto. Fedra le acariciaba la cara, el pelo, el pecho. Él terminó por entregarse al juego de las féminas.

  Más tarde, ese día, cuando ya se sentía mejor. Bajó del hotel, hizo un envío de dinero a Ada y se comunicó con ella. No tenía muy claro cómo contarle todo lo que había pasado esa semana. La imagen en la cámara lo mostraba destruido de cansancio.
_ ¿Qué pasa contigo que estás tan demacrado? -preguntó Ada preocupada-
_ Estoy bien Ada. Mira, debes retirar un envío de euros que te he realizado por una empresa privada -dijo intentando iniciar el tema de lo más importante-
_ ¿Cuántos euros son?
_ Cinco mil.
_ ¿Estás loco, que voy a hacer con todo ese dinero?
  Él se disculpó, porque no tenía ni idea de nada, menos aún de dónde estaba parado.
_ Haz lo que quieras con el dinero, es tuyo. ¿Qué quieres saber primero, lo bueno o lo malo?
_ Mejor lo bueno, para lo malo ya habrá tiempo.
  Xander le contó del recibimiento familiar; de su casa y todos los gastos que se pagaban allí con sus ingresos. Le contó del barco y de la herencia. Le explicó que sería dueño de una empresa naviera y tantas otras cosas más, que ni recordaba.
_ ¡Ah, sí! -recordó- Soy dueño de una isla, también… En fin, te aseguro que no me acuerdo de todo lo que heredaremos con mi prima. Lo condicional a esto, es que hasta dentro de un año no lo recibiremos. Lo malo… es que me tuve que casar con mi prima Fedra.
_ ¡¿Qué hiciste qué?! -gritó Ada del otro lado-
_ Te aseguro que ha sido solo un trámite. Mi prima es lesbiana, pero el tío Teodoro ha puesto esa cláusula en el testamento, para cobrar la herencia. De otro modo, dejaríamos a toda la familia Sifakis, en la calle.
  Ada se puso a llorar.
_ Por favor Ada, no llores. Regresaré pronto para estar contigo.
  Xander le propuso que sacara el pasaporte y lo acompañara hasta que él pudiera regresar. _ Ada, te necesito a mi lado, más que nunca.
_ No lo sé Xander. Sin ti, no tengo idea ni de cómo hacer las compras de la casa, menos, podré organizar papeles de un viaje al exterior…
_ Habla con Javier o Martín, que te ayuden con los trámites.
_ No sé, todo eso me da miedo. ¿Tendrás que quedarte en Grecia, todo el año?
_ Si tu no vienes, yo iría en unos meses contigo, pero luego debería volverme. Aunque, en definitiva, este año estaré más tiempo en Grecia que en América.
  No se atrevió a confiarle aún, sobre el hijo que debía engendrar Fedra.
  La comunicación terminó con Ada llorando y él sintiéndose absolutamente impotente. No se perdonaba que ella llorase por su causa.

Subió a la habitación, allí lo esperaban su flamante esposa y también su concubina.

CONTINUARÁ MAÑANA...

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